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terça-feira, fevereiro 24, 2004
Un mensaje amigo me llamó la atención para la polémica alrededor de la potencial integración de Portugal en el Reino Español. España, de hecho, tiene muchas cosas para admirar, una regionalización eficaz, políticas del aborto más abiertas. O sea, políticas que parecen ir contra las ideas de algunos que defienden el concepto de la Iberia Unida.

Queda por saber, se a los españoles les gustaría integrar Portugal como una nueva región. Principalmente, después de las recientes noticias acerca de que George Bush es descendiente de D. Urraca.

Hay esperanza, sin embargo. El otro día, vi una entrevista con José-Maria Aznar, presidente del gobierno español que decidió, a los cincuenta, no presentarse a las próximas elecciones. Le preguntaban que haría después delos comicios. Él se mostró abierto a sugestiones y destacó su gusto por grandes desafíos.

Oigo ya un director de un famoso periódico portugués anhelando de febril exaltación, con la idea de Cavaco como presidente de la república y Aznar como primero ministro. El director, con su gran poder argumentativo, podrá empezar una hola de hondo de apoyo al presidente español, defendiendo que se debe sacar lo mayor provecho de la libre circulación de los ciudadanos en el espacio europeo. Y lo debemos hacer rápidamente, pues en breve los nuevos miembros de la UE nos harán competencia.

Y se alguien dudara del interese de ese enorme hombre de estado en la posición gubernamental, les dejo el comentario que alegadamente hizo a su esposa en el regreso de su visita a Portugal, cuando ella le preguntó que le pareció Portugal. “Un país espantoso, cariño, un país espantoso!”

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